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   23 de Marzo de 2020

ALCANZADOS POR LA LUZ

A lo largo de la Cuaresma, los catecúmenos recibían las últimas enseñanzas antes de recibir el bautismo en la noche de Pascua. Durante los Domingos escuchaban distintos evangelios que de algún modo condensaban lo que ellos iban a vivir en la Gran Noche. Una de estas enseñanzas giraba en torno a la Luz, y paradójicamente un ciego era propuesto cómo modelo de lo que ocurre cuando se es alcanzado por la Luz. Necesitamos ser alcanzados por la luz para aprender a mirar, para aprender a contemplar la realidad, las personas, las cosas y amarlas por lo que son. En un juego de imágenes y significados, el evangelista Juan nos dice que Jesús invita al ciego a sumergirse en la piscina de Siloé, que significa “el enviado”. Como aquel ciego, al que Jesús sí vio, necesitamos sumergirnos en la experiencia de una ternura y de una compasión que nos reconoce, que toca con amor nuestras partes heridas y ciegas, y que en ese tocar nos cura. Y una vez curados, rendirnos a este Amor que nos sale al encuentro, rendirnos a Jesús-Luz del mundo, que enciende nuestra Luz y nos envía a mirar de nuevo la vida, de modo que cada realidad, cada persona, cada cosa, cada ser vivo pueda sumergirse en ese torrente de Luz, Ternura y Compasión.   "EL MANANTIAL" Este deseo, esta necesidad de retornar mil veces a donde está la luz. No a donde estuvo y se apagó muy pronto, sino al lugar radiante del que siempre sigue y sigue manando. Respirarla, beberla cuando a ese sitio nuestros pasos vuelven, es completar la vida, lo que entonces apenas fue o no vimos que en nuestro transcurrir se demora. Regresar a ese limpio manantial: cuánta misericordia inagotable. Ningún daño se encuentra allí al acecho; allí el amor no se termina nunca. Eloy Sánchez Rosillo

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