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    21 de Octubre de 2022 - Por Constanza Villaseñor

Mi Magnificat

 ¡Qué alegría ser profesora cuando observo y escucho las risas de mis estudiantes en las salas de clases, en los patios, pasillos, hasta en la Capilla de Mater!

¡Qué afortunada me siento cuando veo lágrimas en las mejillas y tengo una palabra de aliento para una niña o un niño que necesita de paz y contención, esa que no encontró en su casa!

¡Qué grande siento el corazón cuando me hago parte de la educación de un o una joven que necesita una guía, un apoyo y confianza para descubrir y aportar al mundo de hoy!

¡Qué bendecida me siento de ser educadora del Colegio del Sagrado Corazón! Colegio que desde ahora llamaré el arrecife de coral.   Si, el coral, ese que todos alguna vez, aunque sea en alguna fotografía, por televisión o internet, hemos visto y nos hemos quedamos maravillados con sus tamaños, formas y colores. 

Los corales son organismos coloniales, están formados por cientos de pólipos muy pequeñitos que viven en cada una de las celdillas individuales de él y que todos juntos forman un solo organismo único, majestuoso y lleno de vida, así como nuestro Colegio, donde cada uno, desde su posición y rol como educador entrega lo mejor de sí para brindar una educación digna, justa y de calidad a cientos de estudiantes que esperan ansiosas y ansiosos enfrentar un futuro con las mejores herramientas basadas en el Amor, la Verdad, la Justicia y la Libertad que todos aquí proclamamos.

¡Qué nuestra alma proclame la grandeza de Dios en cada uno de nuestros actos, y nos permita  aprender de nuestros compañeros día a día, de la energía propia del profesor nuevo, de la sabiduría y experiencia del más antiguo, de la sonrisa y ayuda de las Inspectoras, del orden y limpieza del Auxiliar de servicio, del saludo amable de  la Recepcionista, de la mano que cura de la Paramédica, de la dulzura de las Educadoras de Párvulo, de la entrega y cooperación de las Asistentes, de la paciencia de las Diferenciales, del liderazgo de los Directivos, de la tecnología del Informático, de la imaginación de las Profesoras Básicas, del orden y la resolución de problemas de los Matemáticos, de la voz y las manos creativas de Artes, de la comprensión e imaginación de los profesores de Lenguaje, de las ganas de conocer el mundo de los profesores de Inglés, de la memoria y mirada crítica de los profesores de Historia, del entusiasmo de las profesoras de Educación física, de la Fe de Religión, de la forma de ver la vida de las Filósofas, de la pronunciación de la Fonoaudióloga, del amor a la Lectura de la Bibliotecaria, de la preocupación emocional del Psicosocial, de la organización de Administración, del deseo de manifestar el amor del Corazón de Jesús de la Pastoral,  de la curiosidad por conocer los secretos de la naturaleza de mis queridas compañeras de Ciencias  y por sobre todo Señor, permítenos aprender de la mirada visionaria de la mujer que tuvo  Santa Magdalena Sofía, buscando aplicar cada uno de nuestros dones al servicio de los estudiantes.

Y como nos invita la Poetisa y maestra Gabriela Mistral “Enseñar compañeros, siempre enseñar, en el patio y en la calle como en la sala de clase. Enseñar con la actitud, el gesto y la palabra.

                                                  Constanza Villaseñor, Educadora SC Concepción

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